Sueños con sabor a pan

En una pequeña casa de láminas y trozos de madera, se escuchaba el llanto desconsolado de una mujer, Natividad acababa de recibir la peor noticia, su hija menor había muerto repentinamente. Su esposo, José, un hombre de apariencia fuerte, con lágrimas en sus ojos y sin palabras de consuelo abrazaba a su esposa y a sus hijos de 10 y de 6 años de edad. Todo parecía derrumbarse y las únicas monedas producto de una pequeña venta de tamales, representaban lo único que tenían para sobrevivir.

Familiares y vecinos intentaban dar palabras de ánimo, pero, nada parecía suficiente para la familia Hernández. Hasta que una noche de agosto, el dolor los llevó a la Iglesia Columna y Baluarte de la Verdad, ubicada en Santa María Ostuma. En este lugar, encontraron el amor y consuelo divino. Desde ese momento, Dios inicia una nueva historia para esta familia.
Al cabo de unos meses, los Hernández confirman la noticia de un nuevo miembro en la familia. Y es que, Natividad estaba embarazada de una niña a quien llamaron Génesis. Natividad y su hija Génesis desde su vientre, fueron inscritas en el Programa de Supervivencia, como parte de una intervención complementaria del Modelo de Desarrollo Holístico de Compassion para mujeres en estado de embarazo, brindando beneficios y cuidados especiales.

A pesar de las dificultades económicas, los Hernández continuaron con su pequeña venta de tamales, y los domingos, ofrendaban su diezmo como agradecimiento a Dios por la provisión. José, se dedica a la agricultura, pero siempre buscó otras formas de cómo generar un ingreso mejor para su familia que en esos momentos se iba a extender. Natividad, con agradecimiento en su corazón, reconoce que “gracias a Dios, en este programa (Supervivencia) nos motivan mucho a poder salir adelante, para que no nos estanquemos solo en el cuido de nuestros hijos, sino que ayudemos a nuestros esposos”.

Así fue, que como familia decidieron capacitarse en hacer pan francés. Un hermano de Natividad le enseñó a José y a Leonel su hijo a prepararlo, y por medio del Centro de Desarrollo Integral (CDI), obtuvieron la materia prima para dar inicio a la elaboración del producto. Los Hernández, creyéndole a Dios, continuaron con el anhelo de seguir haciendo pan y juntos construyeron un horno artesanal para montar en casa su pequeño negocio. Poco a poco su panadería va creciendo en ventas, lo que incluso conlleva a caminar más de un kilómetro de domingo a domingo, sin embargo, eso no los detiene, y a las 2:00pm cada día inician una nueva producción de pan francés, el cual queda listo para la venta del siguiente día y a partir de las 4:30am lo llevan a los diferentes lugares.


Los Hernández, además de haber encontrado un refugio y consuelo a sus corazones por medio de la
iglesia, encontraron una oportunidad de sustento que además, bendice a otras familias. Hacer pan es una actividad de mucho esfuerzo, pero no es motivo para dejar de hacerlo, por ello cada jornada, ellos la dedican a su proveedor principal: Dios, quien les dio este nuevo sueño de emprendimiento con sabor a pan.

Por: Dave Vásquez – Especialista en Relaciones Públicas