“¿Una chica en Mecánica de aviación?, ¡Sí!”

Por Nora Díaz, Especialista de Comunicaciones. Fotografías por David Vásquez. 

Soy Gabriela y tengo 17 años; Actualmente estoy estudiando bachillerato técnico en mecánica de aviación, algo que nunca imaginé que podría haber sido posible debido a muchas razones, este campo técnico no es accesible para las personas con bajos recursos, también es más conocido por ser una carrera para hombres y no para mujeres.

Hubo desánimo que se produjo en mi propia familia, la reacción de mi madre fue «este es un trabajo de hombres, no para niñas», pero han pasado dos años desde que gané esta beca, en el que he descubierto tanto sobre mi misma y mi futuro.

Vengo del municipio de «Rosario de La Paz», es muy silencioso, con brisas y tranquilo, pero a veces puede ser un poco peligroso también; Las pandillas están por todas partes, es inevitable tener incidentes ocasionales, aunque de alguna manera nos sentimos seguros aquí. Este lugar está a 30 minutos del aeropuerto internacional de El Salvador, razón por la cual la empresa que provee mantenimiento para aviones ofrece becas aquí, incluyendo en mi escuela pública a la que asistía.

Al principio, mi primer sueño era convertirme en médico, pero el lugar de estudios que elegí está ubicado en una zona peligrosa y además, que es demasiado caro, así que mi mamá me dijo que no era posible y mejor esperara una oportunidad diferente. Yo estaba en el noveno grado cuando me convertí en candidata para una de las tres becas de bachillerato técnico en mecánica de aviación; muchos de mis compañeros de clase aplicaron, pero al final sólo otros dos niños y yo las ganamos.

Todo esto ha sido un desafío y estoy feliz que junto a mí hay buenas personas que Dios ha traído a mi vida para dar un apoyo inimaginable.

Al proyecto de Compassion donde asisto queda cerca de mi casa, ahí he aprendido muchas cosas valiosas que recuerdo cada día en mi corazón.

Mi primer día de clase me dije «¡Esto me encanta!» Era un mundo completamente nuevo. Aprendí a usar la máquina de soldar cuando otros chicos no podían. Ahora, cada vez que tenemos que unir metales, yo soy quien realiza las soldaduras. Hasta ahora he aprendido cosas que nunca pensé que podría haber aprendido, demostrando que lo que un hombre puede hacer, una mujer puede hacerlo también.

Anualmente, la empresa que ofrece las becas nos invita a las instalaciones del aeropuerto. Allí es donde proporcionan mantenimiento a los aviones, me parece fascinante. Al final del bachillerato de 3 años, han prometido contratarme.

Esta beca fue inesperadamente lo que yo no sabía que quería. Pero ya que sólo incluyen el registro y las cuotas mensuales, sabía que necesitaría dinero extra para otros gastos.

Desde los 9 años fui inscrita en la Iglesia Evangélica Pan de Vida en ES-758, y desde ese momento tuve la bendición de comenzar a aprender en el taller de costura. Puedo hacer blusas, faldas, vestidos, fundas de almohada, bolsos, mosquiteros y muchos artículos más. Después de hacerlos, salimos a los vendemos, en las calles, el parque u otros lugares cercanos al proyecto.

Parte del dinero de las ventas va al taller, y la otra parte nos lo dan, y he estado usando mis ingresos para pagar mi uniforme y herramientas para la escuela. El proyecto me ayuda a pagar por mis libros.

Otra gran ayuda ha venido de mis patrocinadores; Son un matrimonio maravilloso con dos niños que me apoyan en la distancia. Con frecuencia intercambiamos cartas y están en mis oraciones. Recuerdo la época en que el padre de la familia me escribió con la triste noticia sobre un incendio en su casa, realmente lamenté lo que pasó. Más tarde, fue mi cumpleaños y recordé que solían enviarme un regalo para la ocasión, pero en mi corazón sabía que estaban pasando un tiempo difícil y oré confiando que estuvieran bien, aunque para mi sorpresa recibí una carta de ellos ¡Y un regalo también! En la carta me dijeron que estaban reconstruyendo el lado de la casa donde ocurrió el incendio y que sabían que mi cumpleaños venía y no podrían olvidarlo. Con el regalo que enviaron, me compré yinas, una toalla y ¡cuadernos! Realmente necesitaba cuadernos, no podía creer que Dios me había bendecido ese día con las cosas que más necesitaba justo en el momento adecuado.

Sólo un milagro podría traerme hasta aquí y esto está sucediendo. A pesar de que tenemos recursos muy bajos, mi mamá siempre me dice «cuando no tenemos nada es cuando Dios provee más» [Gabriela estaba emotiva y lloró después de decir estas palabras].

Mi madre es la única proveedora, ella trabaja en una maquila y le pagan muy poco, así que, mi abuela que vive con nosotros, cría pollos, patos y chumpes para vender. Mi hermano irá a bachillerato el próximo año; Él está inscrito en el proyecto también. Nuestros tutores y el staff del proyecto nos han ayudado mucho.

Si nunca hubiera sido inscrita en el proyecto, no creo que podría haber conocido a Dios de la manera que lo hago ahora, ni siquiera tener aspiraciones. Las niñas de 17 años como yo, suelen salir embarazadas o abandonan sus estudios por muchas otras razones. Estoy increíblemente agradecida y bendecida por el apoyo que he recibido a lo largo de todos estos años para mantenerme enfocada en lo que Dios quiere para mí.

Mi oración es que un día Dios me proporcione un hombre bueno, un hombre que lo ame más a Él que a mí, pero hasta que llegue ese día confiaré en que Dios continuará preparándome para el futuro, para convertirme en buena mujer, Él proporcionará para mis estudios, quizás para una maestría y un doctorado, porque sí, estoy lista para seguirle a donde Él me dirija.