A la manera de Dios, La Excelencia

Excelencia es hacer las cosas a la manera de Dios, haciendo todo lo que se nos encomienda con la más alta calidad. Nosotros deberíamos hacer las cosas correctas, en la manera correcta y todo el tiempo.

En medio de la gran cantidad de obligaciones administrativas, de logística, capacitaciones, reuniones, nuevos proyectos, entrenamientos, supervivencia, deportes, ferias de emprendedurismo, visitas de patrocinadores, visitas a los niños de sus proyectos, celebración de cumpleaños, jornadas médicas etc. Somos llamados de parte de Dios por medio de su palabra a realizar las actividades con la mayor excelencia posible.

Por regla general habrá escuchado las siguientes frases: “Lo importante es competir no ganar”, “salgamos del compromiso”, “Hacelo como caiga, los demás así lo hicieron no les dijeron nada”, “envía el reporte hasta donde los tenés después vemos que hacemos”. Esas son frases típicas en nuestros entornos. ¿Se identifica con alguna de estas frases?

El libro de Colosenses 3:23 afirma: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”. Esta exhortación debería de animarnos a cumplir con un trabajo de calidad, sabiendo que nuestras obras serán recompensadas aquel gran día de la redención, responsabilizándonos que trabajamos para el Señor nuestro Dios. Excelencia es lo que El Señor pide de sus tutores y directores, traducidos a reportes y clases con calidad. Sin lugar a dudas, tenemos el potencial y las herramientas para hacerlo.

No se trata de ser los mejores en sentido de mantener nuestro ego en un estándar alto, se trata de que pongamos todo nuestro esfuerzo, diligencia, limpieza, conocimientos, experiencias y orden por sacar adelante nuestros proyectos con la eficiencia que se espera, junto a los equipos, sus respectivos pastores y comités. Tampoco es competencia sino, honrar al Señor con nuestro trabajo, como un siervo fiel a su amo. No te molestes porque alguien fue reconocido por su labor, es fruto de hacer las cosas a la manera de nuestros valores esenciales y sobre todo, a la manera de Dios. Por ello quiero motivarte a que estos valores sean nuestros filtros a la hora de cada labor realizada.

Esta norma debe estar en tu corazón, sea que alguien esté a la hora de tus labores o te encuentres solo haciendo tu tarea, haz lo mejor que puedas. Casi siempre trabajamos bajo presión cuando alguien nos está mirando, de la misma manera debería de ser cuando estamos solos, pues el Señor de la obra siempre nos está mirando y eso debe de movernos voluntariamente y con alegría a hacer todo con excelencia. ¡Hagamos las cosas pequeñas como si fueran grandes! La majestad del Señor mora en ti. Hagamos nuestra labor a la manera de Dios.

 

Texto por Pastor Misael Saenz – Iglesia Josué